URUMQI, 6 ago (Xinhua) -- Es temporada turística y Bolat Huanale, de Kazajistán, conduce su minibús para que los turistas crucen la frontera entre China y su país cinco veces al día a través del puerto de Horgos, de la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China.
Horgos, que significa "un lugar por donde pasan las caravanas" en mongol, era un paso concurrido de los comerciantes que viajaban a lo largo de la antigua Ruta de la Seda. En 1881 se convirtió en un puerto terrestre. A pesar de que las caravanas se han difuminado en la historia, hoy en día las flotas de vehículos, semejantes al de Huanale, se congregan en el puerto, que ha experimentado una revitalización gracias a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, propuesta por China en 2013.
Cientos de turistas kazajos con grandes bolsas o empujando carros se encuentran frente a un centro comercial esperando los autobuses para volver a casa, tras ir de compras en el Centro de Cooperación Fronteriza Internacional China-Kazajstán, que fue inaugurado en 2012 y es el único centro comercial libre de impuestos que se extiende entre los dos países.
Entre los turistas, destaca una mujer, llamada Xugela, y su hija, quienes se levantaron temprano y viajaron cuatro horas a bordo de un autobús desde Almaty, a 370 kilómetros, para llegar aquí. Una jornada después, sus carros estaban llenos con seis cajas grandes de ropa de cama, uno de los artículos chinos más populares entre los compradores kazajos.
"Las mercancías son de calidad pero mucho más baratas que en nuestro país, por eso venimos aquí varias veces al mes", indica Xugela, quien subió al minibús de Huanale, que ya estaba casi lleno y en el que casi no hubo espacio para equipajes.
Yespoli Mijiti ya estaba descansando a bordo. Esperó desde la madrugada para comprar un patinete eléctrico autoequilibrio para regalar a su hermano menor.
"Algún día viajaré a lo largo de la Ruta de la Seda para ver el interior de China", explica Mijiti.
Los turistas kazajos también vinieron desde localidades a más de 1.000 kilómetros, además de ciudades cercanas como Zharkent, a 40 kilómetros a Horgos.
Se trata de la primera vez que Kulzat Turdebek viene a Horgos. Salió desde Shymkent y viajó durante dos días en tren hacia Almaty. Desde allí cogió un autobús para llegar a la frontera. Sus amigos y vecinos le recomendaron los artículos chinos y decidió acudir a echar un vistazo.
Turdebek se fue de compras y gastó unos 6.000 yuanes (878 dólares) para comprar un scooter, juguetes y muchos artículos domésticos.
De acuerdo con la estación de control fronterizo de Horgos, un total de 5,54 millones de chinos y extranjeros cruzaron la frontera en 2017 a través del centro de cooperación de Horgos, cifra que multiplica por 33 veces el dato de 2012, cuando la instalación abrió sus puertas. Los volúmenes comerciales del centro ascendieron a 11.700 millones de yuanes el a?o pasado, un ascenso interanual del 180 por ciento.