Por Dmitri Trenin
Pekín,13/10/2014(El Pueblo en Línea)-El primer ministro chino Li Keqiang viajó a Rusia para una reunión bilateral de jefes de gobierno. Desde que la visita fue anunciada por primera vez en abril, la situación geopolítica y geoeconómica de Rusia ha cambiado radicalmente, por lo que su relación con Pekín es aún más definitoria. Mientras que los presidentes de ambos países se ocupan de cuestiones estratégicas generales, el premier Li y su homólogo ruso, Dmitry Medvedev, se enfocan en los sustantivos contenidos económicos.
En respuesta a las sanciones occidentales impuestas a Rusia como resultado de la crisis de Ucrania, un buen número de comentaristas han planteado la idea de reorientar la brújula rusa hacia Asia, en particular hacia China. El acuerdo del gas, firmado durante la visita del presidente ruso Vladimir Putin a China, se comparó en su importancia geopolítica con el acuerdo Alemania -Unión Soviética del "gas por tuberías" que introdujo el gas ruso en Europa Occidental.
La reciente negativa de Visa y MasterCard de trabajar con dos bancos rusos sancionados, sienta las bases para decidir la creación de un sistema de pagos electrónicos nacional, similar a China Union Pay. La difícil situación de las empresas rusas para operar su dinero en Occidente, promueve la idea de que Hong Kong pueda reemplazar a Londres como principal centro financiero al servicio de las necesidades de Rusia.
China ha visto en Moscú un fuente potencial de inversión y acceso a ciertas tecnologías de avanzada. Es una economía importante que se niega a seguir el ejemplo de los Estados Unidos de imponer sanciones contra Rusia. También es un gran mercado para las exportaciones rusas de energía. Las inversiones chinas en Rusia pueden crecer y China puede proporcionar a Rusia equipos de perforación de petróleo y desarrollo de infraestructura tales como carreteras y conexiones ferroviarias de alta velocidad. Para el 2015, los dos gobiernos han acordado elevar el volumen del comercio bilateral de 90 mil millones de dólares a 100 mil millones. Las perspectivas son excelentes para la cooperación económica entre China y Rusia.
Sin embargo, nada de esto sucederá de forma automática. La economía china se está desacelerando, lo que también ha reducido el precio del petróleo, un factor de vital importancia para Rusia. Los principales bancos chinos, con sus estrechos vínculos con el mercado financiero estadounidense, no están dispuestos a prestar dinero a quien se encuentre bajo las sanciones de Occidente. Además, los intereses bancarios chinos son significativamente más altos que los europeos.
Para implementar el ambicioso programa de expansión económica, los líderes chinos y rusos necesitan conocerse mucho y mejor. Los rusos tienen que hacer una investigación exhaustiva de las oportunidades que existen en el mercado chino. Ellos necesitan entender mejor la cultura china, y no sólo la tecnocracia relacionada a las operaciones comerciales. Tienen que disponer de modernos sinólogos, profundos conocedores del idioma y de las particularidades operacionales de dicha nación. Es probable que requiera a?os de esfuerzos sostenidos, con frutos a mediano y a largo plazo. Las reuniones de alto nivel son fundamentales para dar el impulso y sostenerlo, pero el hecho en sí tiene que ser el resultado del laborioso trabajo de la esfera empresarial.
La conexión con China no definirá a Rusia como un país asiático. Se seguirá siendo lo que siempre se ha sido: una civilización de Europa del Este, que abarca el norte de Eurasia, desde el Báltico hasta el Pacífico. La actual crisis de Rusia con Occidente está en vías de solución. El resultado será un nuevo equilibrio en las relaciones, según el resultado final de la rivalidad actual. A pesar de que el principal socio comercial de China, desde 2009, ha sido Rusia, el comercio entre Rusia y la UE es mucho más grande que el intercambio entre China y Rusia.
En lugar de reemplazar Europa por China, a Rusia le sería conveniente estrechar más sus relaciones con China y llevarlas al nivel de las relaciones que tiene con sus vecinos europeos.
Si las sanciones occidentales ayudan a que los rusos estrechen sus relaciones con China, los beneficios serán el resultado de una elección inteligente.
El autor es director del Centro Carnegie de Moscú.