Beijing, 15/05/2018(El Pueblo en Línea) - El término "ancianos a la deriva", o "laopiao" en chino, se utiliza para referirse a un grupo grande de población envejecida que migran hacia nuevas ciudades del país donde sus hijos residen y trabajan.
De acuerdo a las estadísticas de la Comisión Nacional de Salud, este tipo de migración ha ascendido a casi 18 millones de personas. Dicha cifra representa el 7,2 por ciento de los 247 millones de migrantes dentro del país. Casi la mitad de los ancianos de este grupo viajan a las ciudades donde trabajan sus hijos para atenderlos y cuidar a los nietos, informó el Diario del Pueblo.
Levantarse temprano, preparar el desayuno para sus hijos y nietos, y luego hacer una rutina diaria que gira en torno a la preparación de alimentos para toda la familia y atender a sus nietos, que muchas veces incluye llevarlos y traerlos de la escuela.
La mayoría están cansados pero felices. Sin embargo, muchos se sienten que forman parte de una población "invisible" debido a que hablan un dialecto diferente o tienen hábitos de vida que no sincronizan con la dinámica de la nueva ciudad de acogida, indicó el Informe 2016-2017 sobre el Desarrollo de la Gobernanza Social de Beijing.
“Los "ancianos a la deriva" o "laopiaos" aparecen en el proceso de peri-urbanización”, afirma Mu Guangzong, profesor de la Universidad de Peking. “Son un indicio del desarrollo de la urbanización en China”.
“Hay riesgos asociados a una población de edad avanzada que abandona sus lugares de origen. En las nuevas condiciones hay que garantizar su seguridad, el cuidado de la salud y lograr que mantengan una comunicación social aceptable”, indicó Mu. “Atados a factores como una mentalidad fija, un estilo de vida establecido y dependientes de lo conocido, pueden sentirse aislados e incomprendidos, afectando su autoestima”.
Miao Yanmei, trabajador social y profesor asociado en la Universidad de Peking, investiga cómo hacer que la migración de los ancianos chinos sea un hecho feliz.
Miao asegura que las encuestas indican que la mitad de la población migrante de China proceden de otras provincias y ciudades, principalmente de pueblos y aldeas rurales. Algunos consideran su estancia en una ciudad extra?a junto con sus hijos como una "prisión perpetua". Lo preocupante es que un gran número de “ancianos a la deriva” pueden sufrir trastornos mentales como la depresión.
El grupo de trabajo social del profesor Miao inició una serie de actividades para insertar a los “ancianos a la deriva” a las comunidades, tales como impartirle charlas sobre la vida y la salud e incluso hasta organizar concursos de canto. Fortaleciendo su sentido de pertenencia, los ancianos migrantes se sienten más seguros y felices. Y con un mayor sentido de la felicidad, encontrarán más agradable su residencia en la nueva ciudad.
“Para crear un marco de felicidad para los ancianos migrantes se requiere el esfuerzo coordinado de sus hijos y familiares, gobiernos locales y de toda la sociedad”, instó Yuan Zhifa, autor del libro “Feliz en la tercera edad”. Y a?adió que los adultos deben tratar a sus padres ancianos como si fueran sus propios hijos, brindándoles más tiempo, tolerancia, comprensión y compa?ía.
Asimismo, no sólo los gobiernos deberían prestar un mejor servicio social, sino también establecer un sistema de atención especial para los ancianos migrantes.