Por Mei Xinyu
Beijing, 08/12/2016 (El Pueblo en Línea) - ?Deberían Estados Unidos, Europa y Japón reconocer a China como una economía de mercado?
Existe una respuesta sencilla y clara a esta pregunta. En el artículo 15 del protocolo sobre la adhesión de la República Popular de China a la OMC, párrafo (a) y (b) aparece claro que "en cualquier caso, las disposiciones del párrafo (a) (ii) expirarán quince a?os después de la fecha de adhesión."
En otras palabras, después de que hayan pasado 15 a?os desde la adhesión de China a la OMC, que se producirá el 11 de diciembre de 2016, las otras partes deberán aceptar el precio y el coste de las industrias chinas bajo investigación en lugar de utilizar el Sistema de País Suplente cuando se trate de medidas antidumping o casos en contra de China. Esto significa que los miembros de la OMC deben reconocer a China como una economía de mercado. Con sus firmas en el protocolo, Estados Unidos, Europa y Japón deben cumplir su promesa a la comunidad internacional.
Las excusas planteadas por estos países para negar el estatus de China como economía de mercado son contradictorias. Por ejemplo, Estados Unidos hizo referencia al fundamento jurídico de la ley arancelaria de 1930, incluyendo "la medida en que la moneda del país extranjero es convertible en la moneda de otros países; la medida en la que el salario en el extranjero se determina por negociación libre entre trabajadores y gestores; la medida en la que están permitidos los negocios conjuntos u otras inversiones por parte de empresas de otros países extranjeros en un país; el grado de propiedad del gobierno o control de los medios de producción; la medida de control del gobierno sobre la asignación de recursos y decisiones de precio y salida de las empresas".
Sin embargo, sólo se necesita conocimiento básico de la situación económica actual en China para ver lo ridículas que son estas regulaciones. Tomemos la convertibilidad del Yuan chino como ejemplo. China logró la convertibilidad del Yuan chino por primera vez en 1996 y ha flexibilizado las normas de convertibilidad de capital en los últimos a?os. De lo contrario, China no conseguiría miles de millones de dólares en importaciones anuales (el a?o pasado la cifra fue de casi 1,7 billones de dólares) o cientos de millones en turismo emisor de cada a?o y la creciente inversión extranjera directa, ni tampoco haría China que cada vez más países incluyan el Yuan chino en sus reservas de divisas.
En cuanto a la regulación del gobierno, el Tío Sam debería mirarse a sí mismo antes de se?alar con el dedo a China. Manteniendo la apariencia de "Estado de derecho" y "supervisor", el sector público de Estados Unidos ha intervenido demasiado en la vida económica de los ciudadanos. Durante el gobierno de ocho a?os de la administración Obama, se han aprobado más de 27.000 leyes y reglamentos. Un proyecto de ley sobre atención sanitaria contiene más de 2.700 páginas, y ninguno de los jueces o legisladores que aprobaron el proyecto de ley había leído bien el documento. Debido al exceso de regulaciones en Estados Unidos, un puesto de limonada tarda 65 días en finalizar el proceso de aprobación y cinco semanas en obtener una licencia de seguridad alimentaria.
Solo se necesita fe y honestidad para reconocer a China como economía de mercado, pero algunos proteccionistas no saben mantener su palabra, y se centran en sus propios intereses. Con el tiempo, esto les pasará factura. Puesto que China se ha convertido en un importante mercado de importación y su tasa de crecimiento económico ocupa el primer lugar entre las economías más importantes, es importante aferrarse al mercado chino. La situación en Japón y Corea del Sur sirve como un ejemplo de ello: Aunque Japón fue en el pasado la mayor fuente de importaciones de China durante casi tres décadas, muy por delante de Corea del Sur, este último país superó a Japón en 2013 con un PIB per cápita que ascendió desde los 11.948 a los 25.977 dólares entre 2000 y 2013. En el mismo periodo, el PIB per cápita de Japón sólo aumentó de los 37.292 a los 38.634 dólares.
Además, al negar la situación económica de China, los países occidentales perderán su credibilidad en el comercio y las negociaciones políticas. Si tratan tan a la ligera sus compromisos con China, segunda economía y segunda potencia mundial, sus compromisos con otros países realmente no significarán nada. Aunque esto no suceda pronto, la influencia durará mucho tiempo después de que tome efecto.
(El autor es investigador de la Academia de Investigación del Ministerio de Comercio de China)