BEIJING, 12 dic (Xinhua) -- Las salas de karaoke, que llegaron a ser la primera opción de entretenimiento para los jóvenes de China, se están convirtiendo en los lugares favoritos de los mayores del país.
Huang Guizhen, de 70 a?os, toma un autobús en una ma?ana despejada y fría rumbo al karaoke Milo, ubicado en Chongwenmen, distrito céntrico de Bejing, capital de China.
Este es uno de los más de 2.000 bares de karaoke de la ciudad que están reemplazando lentamente a los parques como lugares de reunión más populares para los ancianos chinos.
A las 10:00, cuando el karaoke abre las puertas, cientos de personas de la tercera edad atestan rápidamente las mejores salas. Muchos incluso han hecho una reserva anticipada. Cargados de termos y bolsas de frutas y otros piscolabis, pasarán las siguientes ocho horas en habitaciones sin ventanas cantando, comiendo y chismorreando.
Aunque cansada tras tres horas de viaje en autobús, Huang se relaja tan pronto como encuentra a sus viejos amigos, seis antiguos colegas, de los cuales el más viejo tiene 76 a?os.
A medida que las letras discurren por la pantalla de televisión, la mujer entona a viva voz varias de sus canciones favoritas, primero las del muy reconocido cantante Dao Lang y luego una de la estrella Jay Chou.
Su auditorio se queda sentados en un sofá riendo, animando y comiendo cacahuetes como si la vida dependiera de ello.
"Es solo una diversión", concede Huang.
La población de China está envejeciendo. El número de personas que superen los 60 a?os alcanzó el 16,7 por ciento del total a finales de 2016, y para 2030 la tasa rondará el 25 por ciento.
Con el objetivo de animar a los viejos a salir de casa y mejorar su calidad de vida, la Asociación de la Industria de la Cultura y el Entretenimiento de China lanzó el programa "Ocio al sol, brillo al atardecer", al que se unieron más de 200 empresas del sector en 23 regiones provinciales y que consiste en ofrecer actividades recreativas gratuitas o a precio rebajado. Millones de personas de la tercera edad se han beneficiado del mismo.
El proyecto ha vuelto el karaoke asequible para los mayores. Una habitación para 10 personas, con café y agua gratuitos, cuesta menos de 100 yuanes (15 dólares) por día en la sucursal de Milo en Chongwenmen.
Sun Yiqing, de 71 a?os, es uno de los amigos de Huang. Se conocieron en los a?os 60 en una fábrica de automóviles de una monta?a remota en la provincia de Shaanxi, al noroeste del país, en la que trabajaron de voluntarias.
"Conforme envejece, la gente se divierte pasando tiempo íntimo con sus viejos amigos. Hemos visitado casi todos los parques en Beijing, y necesitamos más opciones recreativas", reclama Sun, natural de la capital.
El gerente del bar de karaoke, Li Mingrui, considera que la emergencia del karaoke como espectáculo para la tercera edad ofrece un gran pasatiempo para la sociedad envejecida de China y una buena solución ante el declive de la industria del karaoke del país.
"Es una situación de ganancia mutua, porque los consumidores veteranos pueden ayudar a aumentar la popularidad de esta industria en depresión", explica Li, cuya karaoke se unió al programa a finales de julio.
El karaoke prosperó en casi todos los rincones de pueblos y ciudades de la parte continental de China desde que se importó de Japón en los a?os 90.
"El de 2004-2008 fue un período dorado para el karaoke en la parte continental, y los jóvenes frecuentaban mucho los salones", recuerda Li.
En los a?o prósperos, su sala podía recibir más de 1.000 visitantes al día. Afuera había siempre una larga cola que incluso obligaba a pedir a la policía que garantizase la seguridad en Nochebuena.
No obstante, al abrazar los jóvenes internet y la aparición de innovaciones como las cabinas de minikaraoke y las aplicaciones de canto para teléfonos móviles, los micrófonos de muchos karaokes tradicionales han caído en el silencio.
Ahora le toca cantar a la tercera edad. Para satisfacer su demanda, Li abre su tienda con media hora de adelanto y permite que los clientes traigan su propia comida, lo que estaba prohibido en el pasado.
"Cuando éramos jóvenes, no teníamos tiempo para divertirnos debido al trabajo o la familia", rememora Huang, que agrega: "Teníamos que cuidar de los nietos, incluso después de jubilados. Cuando crecieron por fin tuvimos tiempo, pero ya estábamos demasiado viejos".
"Debemos vivir cada día como si fuese el último", subraya Li Linshan, de 67 a?os. "No ayudaré a mi hija a cuidar de su segundo hijo, que acaba de nacer. Yo también tengo mi vida", reta.
Los amigos de Li lo llaman "el príncipe de las canciones de amor", aunque tiene otros pasatiempos como la fotografía y el dibujo. Hace poco gastó 300 yuanes en un micrófono, auriculares y una tarjeta de sonido para practicar el canto en casa, en medio de la noche, en una plataforma de emisión en directo.
La música termina a las 18:00, Huang se viste su chaqueta púrpura, dice adiós a sus amigos y vuelve a casa para prepararle la cena a marido, pero ya está con ganas de que llegue la próxima fiesta.
"No canto bien, pero no importa", reconoce, y revela: "Cantar me hace sentir que todavía soy joven".