BEIJING, 4 dic (Xinhua) -- El inusual paso del gobierno de EE. UU. de iniciar una investigación sobre los productos de aluminio de China está encendiendo las alarmas sobre las sanas y estables relaciones económicas bilaterales.
El Departamento de Comercio de EE. UU. lanzó dos investigaciones antidumping y antisubsidios sobre las láminas de aleación de aluminio importadas sin la petición de ninguna empresa o industria estadounidense.
A pesar de que solo afecta a una peque?a fracción del comercio bilateral, es la primera vez en 25 a?os que esta táctica de iniciación de "motu propio" ha sido utilizada, lo que supone una rareza en la historia del comercio internacional.
El presidente estadounidense, Donald Trump, dejó claro desde el primer día que su administración no toleraría prácticas comerciales injustas.
A pesar de ello, parece que el gobierno estadounidense está blandiendo el mazo del proteccionismo de una manera tan agresiva que podría alejarle del comercio justo, más que encaminarlo hacia él.
Los sectores del aluminio chino y estadounidense son complementarios y el comercio entre los dos países es de dos vías. La nueva decisión ha ignorado los intereses de los consumidores estadounidenses y el empleo en la industria de procesamiento, da?ando tanto los intereses de China como de Estados Unidos de forma artificial al impedir el orden normal del comercio bilateral de aluminio.
Es normal que los dos máximos comerciantes de aluminio tengan fricciones. China ha mostrado sinceridad a la hora de afrontar el desequilibrado comercial con los 253.500 millones de dólares en acuerdos firmados durante la reciente visita de Trump a China.
De todos modos, el gobierno de EE. UU. está yendo en el camino opuesto. Debería haber usado el mecanismo de resolución de disputas de la Organización Mundial de Comercio. En vez de eso, optó por el enfoque unilateral, adoptando el papel dual de demandante y árbitro, lo que podría llevar a una falta de imparcialidad en las investigaciones.
Echando un vistazo a los casos de remedio comercial de este a?o: el gobierno de EE. UU. ha lanzado cerca de 80 investigaciones antidumping y compensatorio sobre importaciones chinas hasta el momento, un incremento del 65 por ciento interanual.
La decisión reciente no es razonable ni desde una perspectiva económica ni comercial, pero tiene sentido en la escala política ya que los políticos nacionales de EE. UU. y los grupos de interés deberían estar felices de ver cómo la administración de Trump adopta una línea dura respecto al comercio con China.
Este tipo de gestiones socava la confianza mutua y desencadena represalias, provocando que ninguna parte salga ilesa.
Es importante recordar el contexto de las relaciones comerciales bilaterales. Durante las tres décadas pasadas, el comercio bilateral de bienes pasó de 2.500 millones de dólares a 524.300 millones de dólares. Los productos de bajo coste y alta calidad de China han ayudado a elevar los estándares de vida de los estadounidenses.
Mientras que mucha de la retórica de la campa?a política de EE. UU. se centró en los empleos que se marchaban de Estados Unidos, la inversión en China respalda más trabajos en esa parte del Pacífico.
Según un reciente informe del Comité Nacional de Relaciones EE. UU.-China y el grupo Rhodium, el empleo de firmas de propiedad china a lo largo de Estados Unidos se multiplicó por nueve desde 2009, hasta 140.000 el a?o pasado.
También es un hecho que la cooperación se ha expandido desde la manufactura tradicional y la producción agrícola a nuevas áreas como la fabricación de coches de nueva energía, electricidad solar, el consumo colaborativo y la tecnología de realidad virtual.
Mientras que es bueno ver que la administración de Trump ha abandonado mucha de su dura retórica sensacionalista sobre el comercio con China esgrimida durante la campa?a, una guerra comercial total se puede evitar. La celebración de diálogos de alto nivel entre las dos partes ha facilitado el entendimiento mutuo y fortalecido las bases de unos lazos bilaterales estables y sanos en el futuro.
Ser duros con China es una postura bipartidista mantenida por un pu?ado de políticos de EE. UU, y los partidarios de la línea dura sobre el comercio con China han cosechado tradicionalmente el apoyo del Congreso. No obstante, los políticos estadounidenses deberían encontrar el punto intermedio de China para apoyar unos lazos comerciales sanos y estables para beneficiar a su gente.