RIO DE JANEIRO, 7 ago (Xinhua) -- La selección brasile?a volvió a decepcionar a su hinchada al empatar este domingo sin goles con Irak, repitiendo el marcador de su debut contra Sudáfrica y, lo que es peor, corre un serio riesgo de ser eliminada del torneo olímpico de fútbol de Río 2016 aún en la fase de grupos.
Cuando se anunció el sorteo de las llaves del fútbol olímpico, nadie dudaba que los anfitriones terminarían la primera fase como líderes invictos del Grupo A, mientras que Sudáfrica, Irak y Dinamarca disputarían el segundo cupo a cuartos de final.
Sin embargo, realizadas dos fechas, Brasil sigue con dos puntos, igualado al adversario de este domingo, y Dinamarca que venció a Sudáfrica por la mínima lidera el grupo.
Para seguir en el torneo, el astro Neymar y sus compa?eros precisan vencer el partido del miércoles contra Dinamarca y esperar que Sudáfrica derrote a Irak.
En este escenario, Brasil se clasificaría como primer del grupo, pero en caso de una victoria de los iraquís, el saldo de goles determinará quién avanzará a cuartos y en cual posición.
Los brasile?os empezaron el partido bajo gran nerviosismo y poco a poco, asumieron el control del juego, aunque eso no se tradujo en goles. La hinchada que les había apoyado en el inicio perdió la paciencia cuando el primer tiempo terminó 0-0.
Tras la pausa, el técnico Rogerio Micale repitió las sustituciones que hizo en el empate ante Sudáfrica pero como en el partido anterior, nada cambió y aun empeoró con los errores cometidos por los jugadores.
Neymar, que ante Sudáfrica actúo con exceso, esta vez sufrió un apagón e hizo poco, además de demostrar irritación con el árbitro y con el coro "?Marta, Marta!" de la hinchada, en alusión a la camisa 10 de la selección femenina que ganó sus dos partidos hasta ahora por marcadores de 3-0 (ante China) y 5-1 (ante Suecia).
Tras el pitido final, los jugadores, muy abucheados, dejaron el campo inmediatamente y no pararon para hablar con los reporteros.
Por su parte, los iraquís festejaban un resultado inesperado para ellos y recibían el aplauso de las gradas del estadio Mané Garrincha, en Brasilia.