SHENYANG, 9 jun (Xinhua) -- Guo Chunlai nunca olvidará el día en el que hace 60 a?os vio a los criminales de guerra japoneses arrepentirse en un tribunal chino.
"Presenté una demanda contra los japoneses en nombre de mi país y de mis compatriotas y me sentí orgulloso", dijo hoy el hombre de 91 a?os de edad, en ese entonces un fiscal.
El 9 de junio de 1956, ocho japoneses fueron enjuiciados en un tribunal militar especial de Shenyang, capital de la provincia china nororiental de Liaoning, incluyendo a Suzuki Keiku.
Suzuki Keiku era subcomandante del 28o Regimiento de Infantería y posteriormente teniente general y comandante de la 117o división del ejército japonés que invadió China durante la Segunda Guerra Mundial.
Keiku ordenó la matanza de más de 2.200 campesinos chinos, quemó miles de casas y obligó a chinas y coreanas a servir como "mujeres de confort".
"Esa fue la primera vez desde la Guerra del Opio en la que el pueblo chino juzgó invasores extranjeros de manera independiente", dijo Guo.
Los hechos del delito deben apoyarse en cinco tipos de evidencia: registros del juicio, declaraciones de los acusados, relatos de los testigos, archivos históricos y pruebas de otros acusados.
"Todos los japoneses se declararon culpables, algunos se arrepintieron, incluso se arrodillaron y pidieron la pena de muerte", a?adió Guo.
De acuerdo con Li Minghua, subdirector de la Administración Estatal de Archivos, entre 1950 y 1956 hubo 1.109 criminales de guerra bajo custodia de China. De ellos, 1.017 por delitos menores fueron eximidos de cargos y liberados.
En abril de 1956, el Tribunal Popular Supremo decidió realizar juicios abiertos para los otros 45 japoneses en tribunales militares especiales.
Entre el 1 el 20 de julio de ese a?o, otros 28 japoneses fueron juzgados en Shenyang, incluyendo a Rokusashi Takebe, quien alguna vez se desempe?ó como jefe de asuntos generales de "Manchukuo", un Estado títere apoyado por Japón entre 1932 y 1945 en el noreste de China y Mongolia Interior.
Otros nueve criminales de guerra fueron enjuiciados en Taiyuan, capital de la provincia china norte?a de Shanxi.
Ninguno de los 45 criminales de guerra fueron condenados a la pena de muerte. Los otros recibieron condenas de ocho a 10 a?os de prisión.
"El resultado fue más allá de sus expectativas", dijo Guo. "Después de regresar a Japón, la mayoría de estas personas se convirtieron en defensores de la amistad chino-japonesa. Algunos pasaron el resto de la vida promoviendo la paz".