Por Xu Ke
BEIJING, 7 jul (Xinhua) -- Para el pueblo chino, el 7 de julio de 1937 fue el día en que comenzó una de sus peores pesadillas, pues marcó el inicio de los ocho a?os de la Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Invasión Japonesa.
Entre las décadas del 30 y el 40, el imperio japonés, donde nacieron muchas políticas militares temerarias, invadió China y otros países del Sudeste Asiático, causando un profundo dolor al pueblo asiático.
Setenta y siete a?os después, las heridas psicológicas del pueblo chino aún no han cicatrizado completamente, pues los derechistas japoneses han negado repetidamente sus atrocidades durante la invasión y adoptado un enfoque provocador respecto a las relaciones con sus países vecinos.
Aun peor, recientemente se han renovado las heridas luego que el Gabinete del primer ministro Shinzo Abe aprobara el 1 de julio una resolución que permite a Japón ejercer el denominado "derecho a la autodefensa colectiva" mediante la reinterpretación de su Constitución pacifista, pese a las fuertes protestas dentro y fuera del país.
De acuerdo con el Artículo 9 que renuncia a la guerra de la Constitución, Japón tiene prohibido el derecho de ejercer la autodefensa colectiva tras la Segunda Guerra Mundial, debido a sus atroces crímenes de guerra contra los países asiáticos.
Sin embargo, la resolución permitiría a Tokio combatir para "los países con estrechos vínculos" con Japón incluso si éste no está bajo ataque, una clara se?al de que el gobierno japonés ha cambiado de su previa política de seguridad restrictiva de la posguerra a una más proactiva.
Es la primera vez que la administración de Abe irrita a sus vecinos y aviva las tensiones regionales al adoptar políticas provocativas.
En los últimos a?os, Tokio ha buscado incansablemente profundizar su crecimiento militar y la expansión militar en medio de las enconadas disputas históricas y territoriales con los países vecinos, incluyendo el intento para modificar su política de defensa nacional a finales de diciembre pasado.
Los políticos japoneses de derecha han suavizado repetidamente la historia de agresión de Japón y visitado el controvertido santuario Yasukuni que rinde tributo a criminales de guerra de ese país, lo que ha inquietado a los países de la región, incluidos China y Corea del Sur.
El gobierno japonés ha apostado fuerte por la denominada teoría de la amenaza de China, y presentado a sí mismo como víctima del desarrollo pacífico de Beijing, preparando el camino para el desarrollo de las fuerzas de autodefensa niponas.
No obstante, lo que ha hecho Abe equivale a jugar con fuego, pues está conduciendo a su país por un camino muy peligroso.
Como un país isla relativamente peque?o con escasos recursos naturales, resulta poco inteligente para Japón adentrarse en geopolíticas de gran potencia y agresiones contra sus vecinos.
En su condición de país provocador y perdedor de la Segunda Guerra Mundial, Japón debe aprender de las lesiones de las guerras y renunciar a su intento de tener mejores busques de guerra y misiles, pues su temeridad afectaría a toda Asia.
Beijing siempre ha tratado de desarrollar una asociación estratégica de beneficio mutuo con sus países vecinos, pero un Tokio peligroso ha desaprovechado muchas oportunidades preciosas para construir relaciones bilaterales sólidas en medio de sus infinitas provocaciones.
Como uno de los países importantes en Asia y la arena internacional, ya es hora de que Japón enfrente su historia de agresión y persiga el camino del desarrollo pacífico, en lugar de molestar a la región con sus constantes rondas de palabras irresponsables y políticas provocativas.