Beijing, 30/08/2018 (El Pueblo en Línea) - Estados Unidos y China han anunciado una nueva ronda de aranceles. Si este tipo de reacciones continúan y la guerra comercial gana calado, nadie saldrá vencedor.
Di Dongsheng, decano asociado de la Academia de Estudios Internacionales y del Instituto Monetario Internacional de la Universidad Renmin de China, y Yao Zhizhong, director adjunto del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales reflexionan sobre este tema.
Debemos evaluar los beneficios comerciales bilaterales
Di Dongsheng, decano asociado de la Academia de Estudios Internacionales y del Instituto Monetario Internacional de la Universidad Renmin de China.
Aunque no exista un ganador en las guerras comerciales, mientras puedan soportar la pérdida causada por los altos aranceles, China y los Estados Unidos no cederán a las demandas del otro.
Muchos consideran que el presidente Donald Trump cambiará su postura proteccionista si la mayoría de los ciudadanos estadounidenses empiezan a oponerse a su política arancelaria contra los productos chinos, aunque no necesariamente ese podría ser el caso. Esto se debe a que los países desarrollados como Estados Unidos han seguido políticas de deflación durante a?os que podrían, hasta cierto punto, debilitar el impacto de la inflación causada por las subidas arancelarias. No es de extra?ar que Trump haya declarado -de modo erróneo- que Estados Unidos está ganando la guerra.
En 2017, las exportaciones a Estados Unidos comprendían el 19 por ciento de las exportaciones totales de China. Y puesto que las exportaciones totales representaron el 18,54 por ciento del PIB de China el a?o pasado, una guerra comercial completa tendría un impacto limitado en la economía China, aunque ni el gobierno chino ni las empresas desean el enfrentamiento.
La mejora industrial de China también puede suavizar el impacto de una guerra comercial.
En el pasado, gracias al trato super-nacional de China y a la abundante mano de obra barata, las empresas extranjeras solían competir entre sí para invertir en China. Estas empresas extranjeras representaban una gran proporción de la industria exportadora de China, al tiempo que creaban más empleos y establecían cadenas industriales.
Pero en los últimos a?os, esas empresas han estado saliendo de China hacia el sudeste y al sur de Asia, porque los costos de mano de obra en China han aumentado y hay escasez de trabajadores para nutrir las industrias manufactureras de baja gama. Además, la industria exportadora de China está pasando por una transformación y el país ahora es capaz de hacer avances en algunos nuevos campos en los que los países desarrollados no han tomado la iniciativa. Por lo tanto, se espera que China supere las dificultades temporales y resurja más fuerte en la actual turbulencia del comercio mundial.
Por lo tanto, ya es hora de que Estados Unidos se de cuenta de que no obtendrá nada de una guerra comercial y, en cambio, se dedique a ponerle fin a la guerra arancelaria. Pero Estados Unidos parece insistir en querer continuar con sus políticas proteccionistas durante cierto tiempo, período en que tanto Estados Unidos como China sufrirán pérdidas económicas.
Es importante que Washington evalúe racionalmente las ventajas y desventajas del comercio bilateral e inicie conversaciones honestas con China. Cuando la política comercial de Trump gradualmente se haga ineficaz, la economía estadounidense sufrirá pérdidas irreparables porque si Estados Unidos sigue imponiendo aranceles más elevados a los productos chinos, Beijing seguirá luchando contra Washington.
Dialogar es la única salida de un callejón sin salida
Yao Zhizhong, director adjunto del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales
Una cosa es segura: China y Estados Unidos difícilmente se entregarán ante las amenazas comerciales. Puesto que China ha estado mejorando su estructura industrial y la economía estadounidense ha estado creciendo a un ritmo saludable, la imposición de elevados aranceles a los productos tendrá un impacto limitado en el PIB de ambos países.
Es posible que Estados Unidos haya alcanzado su punto álgido de desarrollo económico, pero considerando que tiene muchos problemas ocultos, como una economía excesivamente calentada, los rígidos aranceles pueden acelerar su desaceleración económica. Las maniobras de Trump, quien se ha estado jactando del aumento de los salarios en Estados Unidos, provocará que los precios aumenten drásticamente porque los altos aranceles impuestos a las importaciones elevarán los precios de los productos, lo que provocará una inflación severa. Y esa es una situación que ningún consumidor quiere sufrir.
Sin embargo, Washington y Beijing han contenido la confrontación comercial. Por ejemplo, China respondió a los aranceles del 25 por ciento de los Estados Unidos de $16 mil millones a los productos chinos imponiendo el mismo porcentaje de aranceles sobre el mismo valor a los productos estadounidenses. Si Estados Unidos impone más aranceles a los productos chinos, los consumidores estadounidenses tendrán que pagar precios más altos incluso para cubrir sus necesidades diarias. Y con China respondiendo de la misma manera, los costos para las empresas estadounidenses aumentarán y presionarán más a Trump para que reconsidere sus políticas.
Además, la Unión Europea ha decidido no seguir hablando con los Estados Unidos a menos que este último retire los rígidos aranceles a importantes productos de exportación de la Unión Europea. Sin embargo, los Estados Unidos no han levantado la tarifa del 25 por ciento sobre el automóvil y el acero europeos y la tarifa del 10 por ciento sobre los productos de aluminio. Así que mientras más continúen las políticas proteccionistas de Estados Unidos, más intensas serán las represalias que ejecutarán otras economías.
Trump lanzó su guerra arancelaria porque no se dio cuenta de que la caída de la bolsa de valores de China, causada por el desapalancamiento y la devaluación del renminbi, erosionaba poco el comercio bilateral y la economía china. Sin embargo, China también debería abrir su economía y acelerar su transformación económica para impedir que las políticas y aranceles proteccionistas estadounidenses lleguen a da?ar su economía.
China no se adherirá a las injustas demandas de los Estados Unidos y seguirá respondiendo con solidez a los aranceles estadounidenses. Esto significa que China no pondrá en peligro sus intereses vitales para lograr que la guerra arancelaria termine. En cambio, China sí quiere negociaciones con Estados Unidos sobre el principio de la igualdad y el respeto mutuo y también aspira a ponerle fin a este ping-pong arancelario que tanto da?o le hace al comercio mundial.
(Web editor: Rosa Liu, Rocío Huang)