BEIJING, 3 may (Xinhua) -- La rutina de Liu Hai desde que se graduó en la universidad y se convirtió en funcionario júnior en un peque?o distrito de la región autónoma de la etnia zhuang de Guangxi, al suroeste del país, consiste en emplear muchas y caminar por colinas escarpadas para visitar a las familias con escasos recursos.
En 2014, Liu, de 29 a?os, obtuvo un máster en el Instituto de Tecnología de Beijing y comenzó a trabajar en tareas relacionadas con el alivio de la pobreza como secretario adjunto del Comité de la Liga Juvenil en el distrito monta?oso de Nandan.
Hasta el momento ha visitado 151 aldeas en el distrito, incluyendo 47 afectadas por un bajo nivel adquisitivo.
"Durante la escuela secundaria tomé la decisión de trabajar en la China más remota y en lugares duros, y dedicarme en cuerpo y alma a su desarrollo", explica.
Liu indica que hay más de 1.000 graduados universitarios como él en Guangxi. Este grupo se licenció en universidades urbanas pero eligió de forma voluntaria trabajar en las zonas poco desarrolladas donde era más necesaria su ayuda.
No fue un trabajo fácil ganarse la confianza de los aldeanos y comprender con exactitud sus necesidades. Liu incluso necesitó un traductor al principio.
"La solución estaba clara. Experimentar las dificultades de la vida real y ofrecer ayuda de verdad", indica Liu. "Muchos de ellos hicieron un mejor trabajo que yo. Me gustaría seguir su ejemplo", a?ade.
El joven funcionario admite que sus tareas no tienen mucho que ver con su título universitario.
"Lo que aprendimos en la escuela era básicamente pensamiento científico y patrones de pensamiento. Los graduados necesitamos ser prácticos y entender dónde podemos emplear nuestra habilidades", se?ala Liu. "Lo que estamos haciendo quizás son peque?as cosas, pero importa a los locales. Al ganar experiencia con la gestión de estas peque?as cuestiones, podemos lograr algo grande en el futuro", destaca.
Liu nunca se arrepiente de haber rechazado atractivas ofertas en su graduación, incluyendo algunas procedentes de firmas internacionales y empresas estatales.
"Les dije a mis padres que no había vuelta de hoja, y ellos no comprendieron mi decisión en aquel momento", recuerda. "Desde que les comenté a mi familia mi vida y trabajo aquí, me apoyan mucho", agrega.
Abulimit, de 28 a?os, al igual que Liu, eligió no trabajar en Beijing tras graduarse en 2016, sino que volvió a su ciudad natal de Urumqi, capital de la región autónoma uygur de Xinjiang, donde sentía que se le necesitaba y podía sentirse realizado.
Este joven cree que lo aprendido en la universidad fue gratitud, ya que quedó exento del pago del coste de los estudios de licenciatura y máster. Ahora está devolviendo el favor.
Ha trabajado como traductor de uygur en el Gobierno local por más de medio a?o. En febrero, fue enviado para un trabajo de traducción a una aldea en la ciudad de Kasgar, donde también ense?ó a granjeros locales chinos.
Abulimit, que es hijo de un soldador eléctrico en Urumqi, disfruta de la charla con los aldeanos y de hacer amigos ayudando.
"Me gusta trabajar en zonas remotas y hacer lo que pueda por los aldeanos. Soy feliz al ver cómo mejoran sus vidas", describe.
Liu y Abulimit son dos ejemplos entre los miles de graduados universitarios en China que escogen trabajar en regiones afectadas por la pobreza.
En 2017 el Gobierno central chino emitió una directriz para alentar a los universitarios que habían acabado sus estudios a trabajar en los niveles de comunidad.
El documento animaba a los graduados universitarios a encontrar empleo en las zonas rurales, turismo, comercio electrónico rural y cooperativas rurales.
El texto estimulaba a los licenciados a trabajar en las partes centrales y occidentales del país, el noroeste de China y otras zonas remotas y menos desarrolladas.
El Gobierno estima que cerca de 7,95 millones de estudiantes universitarios se graduarán este a?o, lo que supone más de la mitad de la nueva fuerza laboral urbana.