El arbitraje sobre el Mar Meridional de China, iniciado unilateralmente por el expresidente filipino Benigno S. Aquino III, no sólo estropea los lazos entre ambos países, sino que también socava la ley internacional y la estabilidad regional.
El arbitraje fue una mala idea desde el principio por una simple causa: es perjudicial para los intereses de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, siglas en inglés), que agrupa a 10 Estados, incluido Filipinas.
Primero, la integridad de la ASEAN está en riesgo. Estados Unidos, un estrecho aliado de Filipinas, se ha entrometido durante mucho tiempo en la región y está usando el arbitraje para ampliar las divisiones y socavar la confianza mutua. Los miembros de la ASEAN se han opuesto al arbitraje sobre el Mar Meridional de China y a la intervención de países que no son de la región.
Segundo, el arbitraje compromete las existentes reglas de conducta de la ASEAN. Durante más de medio siglo, sus miembros han enfatizado el espíritu de la igualdad, el consenso y la cooperación.
Por ejemplo, "el enfoque de doble vía", inicialmente presentado por la ASEAN y apoyado por China, propone que las disputas deben ser resueltas pacíficamente a través de negociaciones entre las partes directamente involucradas. Insta además a China y la ASEAN a trabajar conjuntamente para mantener la paz y la estabilidad en el Mar Meridional de China.
Este enfoque es la manera más pragmática de manejar las disputas marítimas y territoriales en el Mar Meridional de China. También cumple plenamente con la Declaración sobre la Conducta de las Partes en el Mar Meridional de China (DOC, según sus siglas en inglés), firmada por China y todos los miembros de la ASEAN en 2002.
Sin embargo, el arbitraje unilateral contra China desecha totalmente el DOC, niega el "enfoque de doble vía" e ignora los muchos logros pasados de la ASEAN a la hora de solucionar las disputas mediante la negociación.
Tercero, la seguridad regional está en riesgo. Las visitas frecuentes de aviones y buques de países que no son de la región es una gran preocupación para la ASEAN y podrían desatar una carrera armamentista. Algunas de esas naciones externas, con su agenda escondida, han alterado las aguas en repetidas ocasiones, dejando a los países de la región el peso de la inestabilidad.
Lo más importante es que el arbitraje no es una panacea para solucionar las disputas. Por el contrario, es más probable que cree más disputas y provoque tensiones regionales, damnificando los intereses fundamentales de los pueblos en la región.
Respecto al llamado arbitraje, China ha repetido su posición de no aceptar ninguna solución de la disputa que venga de terceras partes ni ninguna solución impuesta.
Las disputas entre China y Filipinas solo pueden ser resueltas a través de negociaciones bilaterales basándose en el respeto total de los hechos históricos y en conformidad con el derecho internacional.
Desde que ganó las elecciones, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha efectuado una serie de propuestas sobre las relaciones filipino-chinas. El portavoz presidencial, Ernesto Abella, manifestó que el mandatario desea una "conversación" con Beijing sobre el Mar Meridional de China para labrar un "vínculo de beneficio mutuo" entre ambos países.
Si Duterte quiere de verdad resolver adecuadamente el problema y llevar los lazos bilaterales a la senda correcta, es hora de que desempe?e un papel de actor responsable y tome la decisión correcta para eliminar lo antes posible los efectos causados por la farsa del arbitraje.