Por Wang Junsheng
Pekín,12/01/2016(El Pueblo en Línea)-Después de que la República Popular Democrática de Corea confirmó el miércoles que había realizado con éxito su primera prueba de la bomba de hidrógeno, de inmediato Pekín expresó su preocupación y pidió a todas las partes "volver al terreno para resolver el problema nuclear de la Península Coreana a través de las conversaciones entre las seis partes".
La prueba nuclear, que Pyongyang afirmó que "asegura su derecho a la supervivencia contra las amenazas de Estados Unidos y otros países", fue la cuarta realizada por la RPDC y la segunda después de que el máximo líder del país, Kim Jong-Un asumió el poder hace más de cuatro a?os.
Por un lado, la prueba de la bomba de hidrógeno indica la resolución nacional de Pyongyang para asumir la estrategia nuclear, después de que en 2012 fuera incluída en la Constitución revisada del país. También sirvió para celebrar ciertos acontecimientos políticos internos, incluyendo el cumplea?os de KimJong-Un.
Por otro lado, parece que Pyongyang está juzgando mal su propia fuerza y espera que la comunidad internacional finalmente acepte su poder "legítimo" como potencia nuclear armamentista, algo que es casi imposible.
Estas aspiraciones explican el desempe?o relativamente activo de su diplomaciaen los últimos dos a?os (sin mencionar la cuestión nuclear), los dos cohetes lanzados en 2012 y la tercera prueba nuclear subterránea del 2013.
Es muy poco probable que la comunidad internacional legitime el arsenal nuclear de Pyongyang, por mucho que los diplomáticos de la RPDC traten de hacer su trabajo.
Que Barack Obama, ya en el último a?o de su presidencia, esté ocupado con los asuntos de Oriente Medio y el control de armas y que la República de Corea (Corea del Sur) también tenga una próxima elección general que atender, puede haber indicado a la RPDC de que ahora estarán menos aplicados en imponer sanciones estrictas contra el país. Pero es un error asumir que China se abstendría de tomar duras medidas, en aras de mejorar los lazos con la RPDC.
En realidad, la prueba de la bomba de hidrógeno representa una amenaza mucho más palpable para China y la comunidad del noreste de Asia que para EE.UU, ya que conduce a un nuevo círculo vicioso del crónico conflicto de la península coreana. Esta beligerancia ha llevado a la República de Corea a mantener una postura más fuerte y a los EE.UU. a ampliar su presencia militar regional. Incluso Japón ha declarado que acelerará su desarrollo militar orientado a la defensa. En caso de que las tensiones en la península sigan subiendo de tono, Pekín podría llegar a ser la mayor víctima de terceros en la región.
Una península coreana huracanada complicaría aún más la relación entre China y la RPDC, clave en la protección de los intereses de ambos países, la paz y la estabilidad regionales.
China, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, siempre se ha opuesto al programa nuclear de la RPDC y ha instado a que cumpla su compromiso de desnuclearización. Para hacer frente a la última violación de Pyongyang,se debe apoyar la decisión del Consejo de Seguridad basada en las resoluciones pertinentes sobre la prohibición del desarrollo de las armas nucleares, mientras se observa de cerca la posible intervención de Washington y Seúl, que siempre han albergado sendas dudas sobre el liderazgo de KimJong-Un. China debería disuadirlos de intentar crear conflictos en la frontera común compartida por la República de Corea y la RPDC, en su afán de derrocar al Partido de los Trabajadores de la RPDC.
En los conflictos que acontecen en la península, la RPDC tiene una ineludible responsabilidad. También otros actores regionales, incluyendo a los EE.UU., la República de Corea y Japón han impuesto constantes presiones militares y políticas a Pyongyang. El creciente deseo de Seúl de comandar la reunificación de las dos Coreas es un claro ejemplo.
China, como potencia responsable, debería urgir a todas las partes interesadas a la moderación. También debería tratar de estabilizar sus relaciones con Pyongyang y aliviarle sus preocupaciones acerca del desequilibrio de la estructura geopolítica mundial.
El autor es profesor asociado del Instituto Nacional de Estrategia Internacional de la Academia China de Ciencias Sociales.