Los lectores de tabaquería desarrollan un singular oficio, único de la industria tabacalera cubana, que hoy cumple 150 a?os de supervivencia como una verdadera rareza cultural de la isla.
Son hombres y mujeres que tres veces al día, alternando con música y radionovelas, rompen la rutina de los talleres donde se elaboran los afamados habanos con la lectura seleccionada de informaciones nacionales e internacionales, y de obras de literatura universal y nacional.
Frente a las mesas alineadas de la fábrica H.Upmann, en pleno corazón de La Habana, Grisell Valdés, una ex maestra de 57 a?os, toma asiento en un estrado, se acomoda los espejuelos y lee con voz clara la portada del diario "Granma".
"Los tabaqueros hacen un trabajo manual y muy monótono, por lo que escuchar lo que les leo es una manera de instruirse para aprender de muchos temas y así elevar su nivel cultural", dijo Valdés a Xinhua.
La mujer, que hace 24 a?os se dedica a ese singular oficio, aseguró que su trabajo tiene un componente adicional, pues permite a los tabaqueros mantener un ritmo de trabajo y llevar fácilmente el conteo de los puros que elaboran.
"Ellos ya tienen calculada la cantidad de puros que tienen que hacer cada vez que voy al micrófono, y de esa forma calculan con facilidad si van atrasados o, por el contrario, van adelantados en la producción.
El auditorio de Valdés está compuesto por un centenar de hombres y mujeres denominados como los torcedores, quienes elaboran los puros y que por lo regular son trabajadores expertos en enrollar las hojas para elaborar los afamados y costosos habanos.
"Aquí siento que soy útil. Puedo contribuir a la educación de todos. Es un trabajo que no se queda aquí dentro de la fábrica, sino que trasciende las fronteras de la empresa, pues ellos hacen después comentarios con la familia", afirmó Valdés.
Golpeando sobre la mesa con las afiladas cuchillas que emplean, los tabaqueros marcan la aceptación de la lectura, en una singular votación en la que se evidencia rechazo si el golpe es con el canto o se lanza al suelo la herramienta.
"Me gusta mi trabajo, pero es el día entero haciendo lo mismo y la lectura lo hace más ameno, me distrae y relaja", dijo Francisco Franco, un veterano tabaquero.
"Ella nos informa sobre todo lo que sucede en el mundo, y además nos entretiene cuando lee novelas", aseguró Franco.
Los lectores de tabaquería leen tres sesiones diarias de media hora cada una, y entre una y otra preparan nuevas lecturas, en las que tienen en cuenta los gustos del colectivo que puede preferir desde clásicos de la literatura universal, artículos políticos, sociales o legales, hasta recetas de cocina o consejos sexuales.
"A mi me gusta la lectura de la prensa y también las novelas, aunque siento predilección por las policíacas", afirmó el tabaquero.
El nacimiento de los lectores de tabaquería en Cuba está documentado el 21 de diciembre de 1865, cuando un rico ilustrado llamado Nicolás de Azcárate se propuso distraer a los trabajadores durante su tediosa tarea de torcer habanos durante horas y horas, y de paso instruirlos en el progreso y las ideas reformistas.
En la actualidad, en la isla hay unas 300 personas que se dedican a ese oficio, y todos son trabajadores estatales que han tenido que pasar una prueba de 30 días y ganarse el favor de su exigente público.
Desde 2009, Cuba propuso ese oficio para incluirlo en la lista del Patrimonio Intangible de la Humanidad, condición otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).