Investigan robo de cuadros a una heredera de Picasso |
Fuente:agencias
París,15/05/2015(El Pueblo en Línea)-La justicia francesa investiga un presunto robo de tres cuadros a Catherine Hutin-Blay, la hija de la que fue la última pareja de Picasso, Jacqueline Roque, que había denunciado los hechos en marzo, procedimiento que llevó al arresto del marchante de arte Olivier Thomas.
Tras aparecer la información a principios de esta semana en el ?Daily Telegraph?, ?Le Figaro? y ?Le Parisien? precisan hoy que Thomas, de 57 a?os y gerente de Air Transit International, empresa de compraventa de arte, había sido detenido el lunes por la policía y quedó ayer en libertad sin cargos.
La Fiscalía de París abrió una investigación el 23 de marzo por robo, receptación y estafa sobre la base de la querella presentada ese mes por Hutin-Blay (67 a?os), que denunciaba la desaparición de su residencia de Mougins de un cuadro de Rembrandt de 1656, ?L'Homme au casque d'or? y dos retratos de su madre hechos por Picasso en 1957, ?Femme se coiffant? y ?Espagnole à l'éventail?.
La hija de Jacqueline Roque afirma que en 2008 encargó al marchante de arte un inventario antes de que los fondos, que estaban en Mougins, en el último taller del genio espa?ol, fueran trasladados. Olivier Thomas los trasladó a unas instalaciones de Air Transit y la relación con Hutin-Blay se deterioró. A finales de 2012 el marchante trató de impedir que la heredera de Picasso accediera a los almacenes de la empresa, hasta que ella forzó una visita al amenazar con llamar a la policía, pero entonces no detectó que faltara nada.
En enero de este a?o, las cosas cambiaron cuando el restaurador Flavio Capitulano le preguntó a Hutin-Blay si había vendido dos retratos de su madre, según ?Le Figaro?. Capitulano había recibido un encargo de Olivier Thomas para restaurar los tres cuadros que son ahora objeto de la querella, y que según el marchante de arte procedían de una compra a ?un fondo de taller de Picasso?.
El restaurador, en su declaración, contó que esos lienzos se habían colgado para que los pudiera examinar un supuesto comprador, que según diversas informaciones era el magnate ruso Dmitri Rybolovlev, propietario del club de fútbol de Mónaco.