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Quienes recuerdan la historia tal y como es merecen un mejor futuro. Esta afirmación conlleva un peso específico este sábado cuando China celebra su primer Día Conmemorativo Nacional por las Víctimas de la Masacre de Nanjing.
El presidente chino, Xi Jinping, participó junto con los sobrevivientes y familiares de las víctimas de la Masacre de Nanjing de 1937 en una solemne ceremonia de recordación de los más de 300.000 civiles asesinados por los soldados invasores japoneses en esa horrenda página de la historia.
El acto tiene un significado particular dado que Japón, país que efectuó la matanza hace 77 a?os, intenta borrar su oscuro pasado y minimizar sus atrocidades de la época de guerra.
Entre los alarmantes ejemplos se incluyen las visitas por parte de miembros del Gabinete y la Dieta (Parlamento) japoneses al tristemente famoso Santuario Yasukuni en Tokio, donde se rinde tributo a criminales de guerra de clase A de la Segunda Guerra Mundial y se glorifica la guerra de agresión de Japón, las negaciones al reclutamiento forzoso de esclavas sexuales extranjeras, y el impulso para la eliminación de la prolongada prohibición de la denominada autodefensa colectiva.
El caso más reciente fue la disculpa publicada el mes pasado por el diario Yomiuri Shimbun por el "inadecuado" uso del término "esclavas sexuales" en sus antiguos artículos, lo que marca otro intento flagrante de mantener a la nación alejada de sus debidas responsabilidades históricas.
Los amantes de la paz se sienten consternados al ver que ciertos políticos y medios de comunicación nipones inescrupulosos no reconocen los atroces crímenes cometidos por Japón durante la guerra, para no hablar de arrepentimiento o remordimiento de la conciencia.
Otro aspecto que mantiene en vilo a la región es el giro nipón hacia la derecha y la consiguiente firmeza en su postura militar y los intercambios diplomáticos con los países vecinos, que tal parece una conspiración para cambiar el existente orden mundial de la posguerra.
La conmemoración de China del día por las víctimas de la Masacre de Nanjing no tiene como objetivo avivar las hostilidades, sino recordar y aprender de la historia y, sobre esa base, crear un futuro pacífico.
Por su parte, la élite política japonesa debe entender que servir a los elementos derechistas para obtener beneficios políticos personales los conducirá finalmente al fracaso, posiblemente en perjuicio de la paz y la estabilidad de toda Asia Oriental.
Con el tema de la historia convertido en un obstáculo inevitable en las relaciones de Japón con sus vecinos, la mejor manera de proceder de Japón sería el reconocimiento y el arrepentimiento sincero de su pasado durante la guerra, en lugar de sus intentos inútiles de rechazarlo.