Pepe Lima (Cuba)
En Cuba, el matrimonio es el resultado de una larga convivencia amorosa. No es el principio para iniciar la convivencia amorosa ni un autorizo para que dos personas adultas decidan disfrutarse intensamente y con libertad. Personalmente, pienso que en el mundo hay muchos tipos de personas y sociedades, que oscilan desde las formas más mecánicas y ortodoxas de entender la vida hasta las formas más sutiles y heterodoxas. El amor humano, desligado del desempe?o del hombre como actor social, es un resultado de la cultura griega, que es la cultura del goce espiritual y la exaltación de lo bello y natural. Simplemente ellos le denominaron amor a esa fascinante contradicción que avecina una forma posible de lo eterno dentro de una forma humana, en sí misma perecedera e incompleta. El amor jamás es el resultado de lo perentorio, de lo negociable, de la necesidad de asociación para sobrevivir en una sociedad competitiva ni un atajo social para escalar posiciones que por tu nacimiento invariable jamás podrías lograr. Por el contrario, el matrimonio, que no necesita del remolino volcánico para establecerse, es un "contrato social" que se fija dentro de una institución jurídica, y está sujeto a reglas y regulaciones que tú no eliges. Si analizamos el matrimonio como documento jurídico, es una forma discreta de legitimar una propiedad privada, como se legitima el derecho a ser due?o de una empresa o a ser propietario de una casa. Cierta exclusividad sobre alguien, que te genera confianza que en el futuro seguirá siendo tuyo y te otorga el derecho a exigir. Además de que es una forma, universalmente aceptada, de extender tus derechos al otro, una vez que se establece "el contrato social" que casi todos los gobiernos reconocen tácitamente. Por cierto muy útil a la hora de tramitar una herencia, un derecho de residencia en un país extranjero u obtener ciertos beneficios sociales. Pero no es nada más.
Muchas mujeres, que no confían en sus condiciones amatorias, creen que al casarse con un hombre, ya lo tendrán atado para toda la vida. Eso es triste ilusión. Lo tendrán, sí y solo sí, el hombre sienta que estar junto a ella es lo mejor que puede sucederle en la vida.
No hay que olvidar el mensaje que tenía rotulado un carro particular en La Habana sobre la ilusión del matrimonio. En el parabrisas trasero del viejo Chrevrolet se leía: "No soy casado, la casada es mi mujer".