BEIJING, 30 oct (Xinhua) -- En los últimos días, Washington parece desesperado ante la retórica colorida del presidente filipino, Rodrigo Duterte, mientras su estrategia de "pivotar hacia Asia" se enfrenta a nuevas incertidumbres.
Estados Unidos se cree que tiene cierto derecho natural a escribir lo que el presidente saliente, Barack Obama, llamó "reglas de tránsito" para la región de Asia-Pacífico. Es más, quiere que todas las naciones de la región se atengan al mismo manual.
Pero sin socios obedientes apoyados por una cooperación fuerte a nivel económico, militar y de seguridad, esta disposición geopolítica estadounidense podría acabar en ninguna parte.
En los últimos meses, Washington se ha sentido preocupado.
Desde que asumió el cargo a finales de junio, el nuevo líder filipino ha emitido se?ales que han dejado perplejos a los estadounidenses, cuando no furiosos. Quizás los líderes de Estado Unidos han comenzado a echar de menos los "buenos y viejos tiempos" en los que Benigno Aquino III estaba en el poder en Manila.
Ahora que Filipinas se ha comprometido a enviar a casa a todas las tropas extranjeras estacionadas en el país, incluidas las fuerzas estadounidenses, muchos se preguntan hasta dónde llegará Manila para ejecutar una política exterior independiente.
Si Filipinas parece estar cambiando de orientación, el desalentador cuadro que ofrece el pacto comercial Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) ha causado también recelos entre los aliados de EEUU en la región ante la determinación y la habilidad de Washington para cerrarlo.
El TPP es un magneto que Washington trata de utilizar para unir a sus socios regionales e impulsar su liderazgo económico en la región de Asia-Pacífico. Si el pacto no se materializa, lo que ahora parece bastante probable, el reequilibrio de la estrategia asiática se hundiría en aguas profundas bajo las olas del Pacífico.
Pese a que Beijing ha prometido reiteradamente buscar un desarrollo pacífico, Washington, desconfiado y tozudo, sigue intentando un contraequilibrio.
En un reciente artículo publicado en la revista Asuntos Exteriores, Ashton Carter, jefe de la Defensa estadounidense, criticó a Beijing por estar desfasado sobre a dónde quiere ir Asia-Pacífico.
Si tenemos en cuenta la intención de Estados Unidos de llevar la voz cantante en la región, lo que el secretario realmente quería decir era, probablemente, "a dónde quiere ir Washington".
El acercamiento entre Beijing y Manila ha puesto nervioso al Gobierno estadounidense. Eso podría explicar por qué un destructor de la Armada de Estados Unidos se infiltró a principios de este mes en las aguas de las islas chinas Xisha, en el Mar Meridional de China.
En la raíz de la creciente atención de Washington están su ambición egoísta y arrogante de mantener la hegemonía mundial y la preocupación de que sus días como única superpotencia del mundo han entrado en la cuenta atrás.
Si Estados Unidos quiere acabar con estas inquietudes, tiene que encontrar su lugar correcto en Asia y el Pacífico y, en general, en el mundo, y comenzar a actuar de manera constructiva, no coercitiva. Su obsesión con el vano sue?o de establecer un imperio global duradero podría convertir en realidad sus peores pesadillas.