BEIJING, 16 jul (Xinhua) -- Desafiando el clamor popular, la coalición gubernamental japonesa, liderada por el primer ministro, Shinzo Abe, está preparada para aprobar en breves dos polémicos proyectos de ley sobre seguridad en la cámara baja del Parlamento, gracias a que controla dos tercios de la mayoría.
La aprobación de los proyectos de ley, vistos como anticonstitucionales por algunos legisladores y expertos japoneses, es un paso más en el plan de Abe de revertir la autoprohibición del país de ejercer su derecho a la defensa colectiva y normalizar su ejército.
Esto seguro da?ará el ímpetu, conseguido con mucho esfuerzo, de las relaciones entre Japón y sus vecinos, provocando así inestabilidad tanto en casa como en la región.
Para empezar, una aprobación forzada abrirá aún más la brecha entre los votantes y provocará más manifestaciones y protestas antigubernamentales, ya que según muestra una encuesta llevada a cabo por el periódico Asahi, el 56 por ciento de los japoneses se posiciona en contra de los proyectos.
Además, al expandir el alcance de las Fuerzas de Autodefensa (SDF, siglas en inglés), el proyecto favorito de Abe llevará a Japón a más conflictos en todo el mundo, lo que a su vez supondrá un aumento del presupuesto de Defensa y una mayor presión sobre la economía.
Segundo, en una región que todavía recuerda la brutalidad de Japón en tiempos de guerra, los proyectos de ley que permiten cambios drásticos en la política de Defensa nipona, seguro provocarán profundas preocupaciones en sus vecinos, incluyendo China, Corea del Sur, inyectando una mayor incertidumbre en el proceso para reparar las relaciones de Japón con estos países.
Además, dada la visión de Abe de un ejército japonés "normalizado", la aprobación forzada puede suponer sentar precedente para que el premier nacionalista siga abriendo brechas en la constitución pacifista de su país, que actúa como presa para contener el resurgimiento del militarismo japonés.
Es altamente aconsejable que Abe mire por la ventana, y vea el creciente descontento de los que protestan fuera de su oficina. Después de todo, su sue?o de un "Japón más fuerte" podría convertirse en una pesadilla para él y para su país, si decide seguir ignorando la oposición de los votantes japoneses y las naciones vecinas.