BEIJING, 15 dic (Xinhua) -- La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (UNCLOS, siglas en inglés), según la cual Manila ha buscado un arbitraje internacional sobre su disputa territorial con Beijing en el Mar Meridional de China, es verdaderamente una herramienta usada para desviar la atención en este caso.
Hasta hoy lunes, fecha límite dada a Beijing por el tribunal arbitral para que presente su informe de refutación, China ha manifestado, en repetidas ocasiones, que no aceptará ni participará en este procedimiento, el cual, en vez de ofrecer cierta ayuda, podría provocar "olas más grandes" en el Mar Meridional de China.
El procedimiento arbitral, iniciado por Filipinas, es actualmente una farsa con mucha ambición y malas intenciones bajo la cubierta de la ley, incitando a la gente con poco conocimiento sobre este caso a acusar a China de violar el derecho internacional.
Mediante una declaración pronunciada en 2006 de acuerdo con el Artículo 298 de la UNCLOS, China ha excluido las disputas sobre delimitación marítima, entre otras cosas, de la aplicación de arbitraje y de otros procedimientos obligatorios.
De hecho, ni China ni Filipinas ratificaron totalmente la UNCLOS. Sólo unos pocos signatarios de la UNCLOS la aprobaron sin algún tipo de comunicado de calificación y reservas.
Además, la esencia del tema del arbitraje es la soberanía territorial sobre varios aspectos marítimos en el Mar Meridional de China, que está más allá del alcance de la UNCLOS.
Es mejor que las disputas específicas se resuelvan a través de negociaciones y consultas entre los países directamente involucrados. La racionalidad del enfoque de "doble vía", propuesto por China, ha sido reconocido por partes involucradas en la disputa sobre el Mar Meridional de China.
Sin embargo, Manila, mediante el impulso del procedimiento de arbitraje pese a la fuerte objeción de Beijing, ha actuado como un ni?o con una pataleta. Sus acciones podrían atraer atención temporal, pero también podrían provocar disputas jurídicas y diplomáticas interminables, complicando así la situación en el Mar Meridional de China.
Previamente, Beijing y Manila acordaron, mediante instrumentos bilaterales, solucionar sus disputas a través de negociaciones. Ahora, con el inicio unilateral del arbitraje, Filipinas ha infringido su obligación bajo el derecho internacional, ensombreciendo el buen ímpetu del desarrollo de las relaciones entre los dos países, que había permanecido en el camino correcto de las negociaciones y la cooperación.
En este sentido, Filipinas debe actuar de una manera más racional y sensata, ya que la interdependencia económica entre los países del Mar Meridional de China ha ido en aumento. Los intereses de todos estos países se encontrarán en peligro si el impasse diplomático se intensifica.
Es aconsejable que Filipinas regrese lo antes posible al camino correcto de la negociación con un espíritu más sincero en vez de jugar con la ley e intentar desviar la atención del verdadero trabajo que debe completarse.
En principio, China, como cualquier otro país del mundo, no cederá ni un centímetro de su territorio. En realidad, China está dispuesta a cooperar con los otros para gestionar los recursos naturales y proteger la navegación libre en el Mar Meridional de China, que no sólo beneficia a los países individuales, sino también a la región en general.