Beijing, 19/01/2018 (El Pueblo en Línea) - Una fábrica de textil en Bangladesh reúne el pasado, el presente y el futuro. En un piso, los trabajadores tejen a mano. En otro, las personas y las máquinas hacen el trabajo juntas. Y en un tercer piso, solo hay robots.
Este edificio podría parecer un anacronismo, dada la sabiduría aceptada de que los robots reemplazarán a los humanos en la industria textil entre otras muchas. Pero en realidad es una respuesta inteligente a cómo la Cuarta Revolución Industrial probablemente se desarrolle en Asia. Como es el caso en otros lugares, los avances tecnológicos están transformando rápidamente industrias y economías, al difuminar las fronteras entre el mundo físico, el digital y el biológico.
Sin embargo, gran parte de Asia no está lista para los robots, por razones que van más allá del temor al desempleo masivo. En 2014, China tenía solo 11 robots por cada 10.000 empleados en industrias no automotrices, y solo 213 por 10.000 empleados en líneas de ensamblaje automotriz, es decir, cientos menos que en Japón, Estados Unidos o Alemania.
Aunque China está cerrando la brecha al aumentar su gasto en robots, los países más pobres se enfrentan a importantes barreras para adoptar nuevas tecnologías. Además, los salarios más bajos de la región incentivan a las empresas a retener a los trabajadores humanos. En la fábrica en Bangladesh, los trabajadores humanos pueden intervenir si los cortes de energía o los fallos de los equipos desconectan las máquinas. Al mismo tiempo, tener una sección totalmente automatizada permite que la producción continúe si los trabajadores convocan una huelga.
La sabiduría popular decreta que este enfoque de doble vía no es sostenible, y que los trabajadores de baja a mediana cualificación eventualmente darán paso a los robots. Un estudio emblemático de 2013 de Carl Frey y Michael Osborne de la Universidad de Oxford sugiere que, en las próximas décadas, el 47% del empleo total en EE. UU. correrá el riesgo de ser automatizado. De manera similar, la Organización Internacional del Trabajo ha advertido que el 56% del empleo total en Camboya, Indonesia, Filipinas, Tailandia y Vietnam está "en alto riesgo de desplazamiento debido a la tecnología durante la próxima década o dos".
Pero estas predicciones sombrías ignoran el hecho de que la mayoría de los trabajos comprenden un conjunto de tareas, algunas de las cuales no pueden automatizarse. Según un estudio de 2016 de la OCDE que desglosa las ocupaciones por tarea, solo el 9% de los empleos en promedio en 21 miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico están realmente en riesgo. En Vietnam, por ejemplo, la proporción de puestos de trabajo en riesgo cae desde el 70% previsto por la OIT hasta solo el 15% cuando se tiene en cuenta la gran economía informal del país.
Aún así, los robots están ganando terreno en la región, particularmente en economías como China y la República de Corea. En 2015, las ventas de robots en Asia aumentaron en un 19%, el cuarto a?o consecutivo sin precedentes. Cuando los países asiáticos menos desarrollados finalmente se unan al carro de la tecnología, inevitablemente habrá despidos.
Para suavizar el golpe, los gobiernos necesitan urgentemente llevar a cabo reformas en el mercado laboral y revisar sus sistemas educativos, comenzando con la educación y formación técnica y vocacional (EFTP). Aunque la EFTP se está haciendo cada vez más popular en las economías en desarrollo de Asia, su calidad a menudo es deficiente. Los gobiernos deberían asegurarse de que los cursos de EFTP se centren en habilidades más relevantes, a la vez que se mantienen flexibles para que los estudiantes puedan estudiar sin sacrificar sus ingresos.
Una opción es ampliar la disponibilidad de cursos cortos modulares, que toman menos tiempo, entrenar para tareas específicas en lugar de trabajos completos, y son más manejables para los participantes que necesitan, antes que nada, ganar dinero.
Los sistemas de evaluación basados en la competencia también podrían ser particularmente útiles, dada la gran fuerza de trabajo informal de Asia. Los programas que ofrecen a los trabajadores calificados la oportunidad de obtener certificaciones basadas en su experiencia laboral permitirían, por ejemplo, a electricistas no certificados encontrar un empleo formal en robótica.
Al final del día, los países en vías de desarrollo de Asia necesitan políticas que respalden a los trabajadores, en lugar de empleos. La readaptación es particularmente importante porque la automatización cree industrias y ocupaciones completamente nuevas. McKinsey Global Institute estima que la automatización podría impulsar el crecimiento de la productividad global en un 0.8% a 1.4% anual, generando grandes ahorros y mejoras de rendimiento para las empresas. Mejorar el acceso a la formación y certificación ayudaría a los países a capitalizar estos avances y garantizar un crecimiento más equitativo, al proporcionar a los trabajadores las habilidades necesarias para manejar los nuevos empleos.
Ese resultado sería bueno para los trabajadores y las economías asiáticas. Significaría que las empresas como la fábrica en Bangladesh podrían operar únicamente con robots, mientras que sus antiguos trabajadores estarían empleados en otros lugares, muy probablemente en trabajos que aún no existen.
El autor es el vicepresidente del Banco Asiático de Desarrollo para Asia Oriental, Sudeste Asiático y el Pacífico. Proyecto Syndicate
(Web editor: Elena G., Rocío Huang)